Chicas En Batey Atilano Numero Uno











¡Entra a formar parte de una gran comunidad de hombres solteros y mujeres solteros que buscan mujeres solteras de Saca Turrón y hombres solteros de Saca. ¡Entra a formar parte de una gran comunidad de hombres solteros y mujeres solteros que buscan mujeres solteras de El Lodo y hombres solteros de El Lodo . ¡Entra a formar parte de una gran comunidad de hombres solteros y mujeres solteros que buscan mujeres solteras de Agua Lluvia y hombres solteros de Agua.

Preguntóle Thiers, una vez ,? Personaje real, o símbolo creado acaso por la ironía pun- zante de Enrique Heine para poner en solfa los desapoderados rencores de sus conciudadanos, es no obstante, un testigo elo- cuentísimo de la persistencia y virtualidad de ciertos estados emocionales, aquella mujercita enfurecida qué pedía en la pri- mera mitad de la pasada centuria, derramar a torrentes la san- gre francesa para vengar la muerte del príncipe Conradino de liohenstaufen, decapitado en por orden de Carlos de Anjou.

Filósofos, historiadores, estadistas, príncipes y guerreros encontraron en el recuerdo cien veces renovado de las viejas queiiellas eijcendidas desde los días de Arminio, eulre latinos y geriTianos y en las alucinacioiies g nieradas [íot- los descarriado?

Animados así por nn fanatismo desconcertanlp. Y buena prueba de ello es, que llegado el. Florescencia morbosa de los sentimientos que he venido se- ñalando como predominantes y casi exclusivos de toda otra, modalidad emocional en e! Por eso, condensando en un resonante acoi-de la nota pseudo- religiosa con la económica, y lanzando un reto audaz a la ra- zón y al derecho, dijo un día Schlippmacher en el congreso de Miinster, ''que Dios no habla ya a Chicas en Batey Atilano Numero Uno Monarcas por la voz de los Profetas o por las revelaciones del ensueño, sino que hace patente su divina voluntad a los señores de las naciones siempre que se les ofrase oportunidad de atacar a un país ve- cino y de extender a costa de él sus propias fronteras.

Consecuencia natural! Doliéronse en París y Londres de la humillación infligida a aquel valeroso pueblo, pero no pudieron menos de regotsi- jarse viendo al propio tiempo desvanecidos los serios temores de una terrible conflagración internacional.

Austria Hungría se considera, pues, desde este momento, en estadí do guerra con Serbia". Sergio Cuevas Zequeira. Premio:— Diamante enjoyado y Diploma de Honor, al mejor soneto.

CAEI inicia operativos médicos para atender a miles de trabajadores agrícolas y sus familias

Premio :— Perla enjoyada y Diploma de Honor al mejor madrigal. Accésit : — Diploma de Honor al que le siga en mérito. Premio :— Rubí enjoyado y Diploma de Honor al mejor epigrama. Premio: — Pluma de oro y Diploma de Honor, al mejor cuento corto.

Accésit: — Diploma de Honor al que le siga en mérito. Premio: — Objeto de arte y Diploma de Honor, al alum- no de 7o. Sonaiu en Sol menor. Accésit: — Diploma de Honor, al que merezca el segundo puesto.

Las pensonas aspirantes a. Premio: — Medalla de oro y Diploma de Honor, al m- jor cuadro al óleo, del natural. Accésit: — Diploma de Honor, al Chicas en Batey Atilano Numero Uno le siga en mérito. Premio: — Medalla de oro y Diploma de Honor, al me- jor dibujo a pluma. Accésit : — Diploma de Honor, al que le siga en mérito.

PEMRS Final Para Alex

Él plazo para la admisión de las obras pictóricas se cierra el 21 de junio próximo. El Ateneo reserva a cada uno de los varios Jurados el de- recho de declarar desierto total, o i arcialmente, el respectivo con- curso cuando a su juicio nimguno de los trabajos presentados merezca galardón.

No les convocamos en nombre de su amor a la gloria que es un amor egoísta, ni en nombre de su amor a la Patria que no es un amor totalmente altruista ; les convocamos en nombre del Arte, en nombre del puro, generoso y desinteresado amor al Arte.

San Juan, P. Martínez Rogelio. Presidente de la Sección de Literatura. José Pérez Losada. Sócrates Nolaseo. Juan Bautista Soto. Ramón Gandía C'órdova. Celestino Domínguez Rubio. Manuel Rodríguez Serra. Arturo Gómez Costa. José S. San Juan, Abril 5 de Rivera Zayas, Secret-ario del Ateneo. De tenerle por borrico, que quien sabe hacerse rico Tiene sobrado talento.

En él se en- cuentran personificadas, por decirlo así, aquellas cualidades, a favor de las cuales consigue al fin hacerse rico, sin haber sido agente de bolsa, ni funcionario con imas, ni político girasol. Para serlo es condición precisa, une qua non, el haber na- cido en Italia; que hasta en eso tiene privilegio la hermosa pa- tria del Dante y Virgilio.

Luigi Piigniserratti, y desciende en línea rcetn. Allí se desarrolla y crece en breve tiempo, merced a las propiedades nutritivas del casio, los macarroni, y otras sustan- cias sólidas, a las que son muy afición dos los hijos de aquel bello país. Y la signora se ríe de él y los chiquillos le gritan, y los po- llos le chulean, y los perros le ladran, y los caballos le pisan, y los coches le atropellan, todo, en fin, contribuye a la mortifi- cación Chicas en Batey Atilano Numero Uno nuestro tipo el día de su primera salida.

Afortunadamente dura muy poco el noviciado del hojala- tero. Astuto y precavido como él solo, en breve tiempo llega a conocer y evitar los principales? Dotado nuestro tipo de una actividad siempre creciente, re- corre con sus latas todos los pueblos de la isla, sin dejar en el intermedio una hacienda, un barrio, un caserío, una sola choza que no visite. Y ni se limitan Chicas en Batey Atilano Numero Uno funcionen, a coniprar i por. Paisano, al fin, de Verdi y Donizetti. Puede decirse, pues, pie habla en hojalatero.

Ama el dinero con idolati'ía, y antes se dejaría sacar un diente, que una moneda del bolsillo. En el lugar que menos se sospecha tiene una bolsa de cuero. El hojalatero no tiene hogar, ni tampoco le hajee falta: es un ser ambulante por necesidad, aislado por precaución y sol- tero por economía.

Mesonero Romanos. De hojalatero pa. De modo que nuestro héroe, sin dejar de ser el mismo, entra en una vita nova—aoYcio él dice, — ocupa un nuevo peldaño en la escala social como digo yo — J constituye en fin, un nuevo tipo con nuevos y variados caracteres. El vendedor de sa-ntos usa el mismo traje de hojalatero, con la adición de una chaqueta de pana que fué negra. Divídese en dos especies, a saber : El vendedor de estampas y el vendedcT de figuras de yeso, o sean santí honiti e harati.

Anda solo, a pie, y constantemente cargado con su hacienda. Otras veces cuando se le pide un isordón de San Francisco, vende como tal un pedazo de cordel con muchos nudos o el cordón de sas zapatos. A pesar de sus escasas luces ortodoxas, no deja do conocer el estampero que en 'asuntos de fe la fe es lo principal, y que así se puede adorar a Saní Agustín en la estampa de San Pedro, como a San Pedro en la estampa de San Agustín.

A causa de estas tretas y artimañas suelen suscitarse con frecuencia diólogos curiosos y lances divertidos y grotescos, v gr. Así dice nuestro héroe poniendo en manos de un candido comprador una graciosa figura de Mercurio. Y así diciendo presenta a su interlocutor una pequeña es- tatua de Napoleón I. No tiene corona como aquél ni sombra en la barba. Como se vé, el negocio de este tipo no se limita a la venta de figuras humanas sino que ende también las de algunos ani- males célebres que han pasado a la posteridad, aunque a todos los bautiza con el nombre genérico de santos.

Se dan casos en que el vendedor de figuras se las ha;;e el mismo Esto no pasa, sin embargo, de ser una excepción de la regla, y yo al trazar mis bocetos busco siempre la generalidad, no Chicas en Batey Atilano Numero Uno excepción. En resumen: el vendedor de santos, salvo los pecidillos ccn- sabidos, es un tipo. Con ellos se acuesta, con ellos se levanta, y a ellos dedica todas sus atenciones y cuidados. Cual si fuera un altar locomovible, anda siempre cargado con santos, con los santos de su devoción.

Y Chicas en Batey Atilano Numero Uno monótono canto, Ya de noche, ya de día, Mostrando su mercancía Dice : i Santo! Desde el balcón centi'.

Pachano, me dirigieron por medio de la prensa excitaciones tan laudatorias para el comenzado libro, que ni me permito reproducirM. Santo Domingo. KJo mar 'aribe. TiempC'S eran aquellos en que, a qui:'n se sobreponía al Chicas en Batey Atilano Numero Uno dominio de las ideas reinantes se le miraba con recelo como a monstruo salido del fondo oseuro de los antros infernales.

Enriquillo es Chicas en Batey Atilano Numero Uno símbolo y una enseñanza. Rasgos hay. Improba tarea sería ir hojeando este libro para señalar las bellezas sustanciales que contiene. Por el contrario, hallamos mu- cho de menos; pero mucho do eso ciue en otros habría llegado a ser necio y empalagoso.

Rallamos qne la fantasía, la desor- denada fantasía inventiva, no se ha dejado arrastrar en los pa- sajes que naturalmente como que lo estaban pidiendo. Sin embargo, no deja de correr la elegante pluma de nuestro amigo con esa facilidad y dulzura que le son Caracterís- ticas en aquellos episodios que así lo requerían. Hay eapítulos que valen una epopeya. Enriquillo y Mencía, que desde los albores de la adolescencia vislumbraron el porve- nir de su ventura?

Taíaivua q. El lector sufre, se indigna, se alegra, de-:ea. I Quién no se siente dominado por el furoi. Alba, a!

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AHi tvpt'tini n. Antonio Maceo rinde culto de adoración a Cuba idolatrada, y besa su suelo. Pocos momentos después los expedicionarios descubrieron, a corta distancia, una casita de tabla y guano y se dirigieron allí. Se encontraron con el señor Santos Rodríguez, excélente ciudadano hijo del Camagüey, que se puso a disposición de aquellos.

El general Antonio Maceo, inmediatamente, le dio la co- misión de que se dirigiera a la morada del señor Félix Ruenes, en la calle de la Playa, y le avisara que él lo esperaba en aquel lugar para darle algunas órdenes urgentes. Los expedicionarios se dirigieron al terreno empinado don- de se encontraba el pobladito de Duaba, y solicitaron, con éxito, hospitalidad en la Chicas en Batey Atilano Numero Uno del señor Pedro Godoy, Alcalde de aquel barrio, natural de Santiago de Cuba, y laborioso comerciante, que les ofreció sus servicios.

Entonces dispuso que el ciudadano Victoriano Navarro fue- ra ia cerciorarse de qué clase de fuerza era la que se aproximaba a donde él estaba. Ernesto de las Cuevas. López, ha. No menos sentido, y por idénticas razones, ha sido el fa- llecimiento de la Sra. Narraciones Históricas de Baracoa, 2 tomos por Ernesto de las Cuevas.

Arturo ICorales, en Palacete en O esquina a Vedado, propiedad del rico iiacendadc anti- llano B, R. Puyans y fal3ricado por constructores de las ofici- aas del Sr- Arturo Morales. Tenemos gran existencias de todo lo que abarca el giro. Si su cmpra eSf al por mayor, le haremos buenos descuentos. También compramos bi- cicletas de uso en cualquier estado que estén. Teléfono A Giros por letra y cable sobre todas las capitales del mundo. Cajas de seguridad para documentos, joyas, etc.

Por sus cómodas habitaciones- y su maguí íico servicio no admite rivales. XIII, — El vaso roto. XIX, — Los vendedores ambulantes. XXVI, — Versos. Vice-Presldente: Agustín G. Osuna Letrado Consultor: Ledo. Vidal litorales Consejeros: Regino Truffin; J.

Ortiz Cano Secretario: Bamón G. Entre otros datos que jusitifieiatti esta afíirtmíaeión, limitóme a recordar por vsu enorme iiuerzía probatoria que en sieis de abril de se publicó, en San Petersburgo, y se piuso en vigencia para todo el imperio la fey de imprenta que Napoleón III había promulg'ado ena miz dtel funesto atentlaldo con que dio fin al régimen rei ul li- cam.

De sal io alcanza ya la ejecutoria, Que si ;;! Hdjo de urna flamilia de vag-abundos, vafjralmndo él mismo. La clase y condición de ésta's, eran en Rusia tan univer- Hialmente conocidas y ccmientadíais, cjvie coit i- a en prueba de ello, por el testimonio nada recusable de la princesa Murat. Y a despecho de tan continuados b'safueros.

Determinaron esta radical rectificiación las amonestaciones y oon'sejos d! Pero no fué así. Berlín, hicieron inevitable niia rnptnra. Y en tomo al. Sometida la nación a la. Fué Grregorito Ralspaitín, el omnipotente favorito de los so- beranos, la víctim'a elegiidia por los conjurtadios, y en la noche del 30 de Dieieímbre d! En todos estos diferentes grupos de trabaijos poéticos pre- domina la tristeza. Zenea no tiene costumbre de hacer las ge- neializaciones vagas en que los Chicas en Batey Atilano Numero Uno, real o ficticiairien- te, suelen cahimniar al prójimo y pintar la vida human i con negros colores ; en vez de referirse como los otros a scci-eto-s María Laim Mas de Zenea.

Como poeta polítii-o lo mismo que como peta erótico, se distingue por su entonacióní edegiíatca. Literariamente la titulada En Días de Esclavitud, es una de sus mejores composiciones políticas: brillante en sus for- mas, punzador en sus dudas, plañidera en sus dolores, viril en sus protestas contra el servlismo, que despie'rta, en su alma in- dignación mayor que la tiranía misma. También la silva Diez y Seisi de Agosto dees- crita con palabras de fuego y lUena en todas partes de insipira- ción, valentía y nobles sentimientos, es una notable obra litera- ria.

Estas contadas gotas Chicas en Batey Atilano Numero Uno miel esparcidas en su libro. Se ha comparado a Zenea con Alfredo de Musset. En lovs primeros versos que publicó Zenea, en los periódicos. Por fortuna, el poeta se mOvStró después celoso en corregir las failtas cometidas y en aprender a pulir y redonüeai' sus nuevas obras con un esmero que rivaliza con el de los mas atil- dados escritores.

Aun- que no es njecesíairio presentar nuevamente al artista, pues ya la prensa se ha encangado de hacerlo, y el día de la inauguración lo elevó a la tribuna el Dr.

No temía 15 años y ya había ingresado en la Beal Acade- Chicas en Batey Atilano Numero Uno Sn. Carlos de Valencia, cuna de tantois artistas q ue c o- mo él. Pero su aspiración era llegar a la Academirri de Sn. El Rey de España se detiene en su visitat ante la obra de Mateu, pareciéndole, con ese instinto crí- tico de quien se ha educadio en [medio de un ambiente satura- do de arte, no la obra de un miuchacho de 23 años, sino la lía- bor larga, paciente.

Como el Eey mostrase deseos de conocer personalmente al Bíutor de aquella obra, uno de los ar- tistas que acompañaban! Con este tmotivo, los periódicos. En este concurso ocurrió un suceso de extraordinaria impor- tacia para Mateu. Esto represen- taba para Mateu unía consagración fuera del campo oficial, era co- mo el espaldarazo en los viejos libros de caballerías.

Inurria lo ha- bía alomado cabidlero. Mateu hlii trabajado en él, a la manera libre, des. Ni el modo de ej,ecutar la obra, ni la materia con que había de plasraiarse esta, le ha sido, no solamente impuesto, pero ni siquierja sugerido.

Por el eontrario, lo que se nota -a prmera vista en el monu- mento a Zenea. Actualmente solo conocemos dos escultores, el newyorkino Saint- Gaudens, y el vienes Tilgner, que realicen esta tendencia de un modo natural, sinl escorzos violentos del modelo, ni deformida- des en las masas de sustentación. Es una cabeza expresiva coni aire un poco LAS ANTILLAS inquieto y ansioso, con las cejas fruncidas y los ojos penetrantes y duros, en donde el escultor ha trata 'c de traducir fon geniui intuición y tal como él lo concebía el c-aracter de Juan Cle- mente Zenea.

Las manos, tairibiéii tienen un modeiaílo irrepnjcha- ble, particularmente la deredha, que aprehende la pluma con una naturalidad pasmosa y descansa blandameiüe sobre la piedra. Un parénte- sis, lector. Nosotros no concebimos a un poeta tan delicado, tan espiritual como JuaD Clemente Zenea, leyendo en horas solitarias poem-as épicos, o versos patrióticos del momento.

Que aquella edad con que soñé no asoma; Con mi país de promisión no acierto ; Mis tiempos son los de la antigua Roma Y mis hermanos son la Grecia han muerto". Tal vez abusando de la benevolencia del lector quisiéramos decir algo de la bellísima, admirable escultura de mujer que de- cora a manera de musa el monumento de Zenea.

No parece que sea norma frecuente, conceder a las figiiras ac- cesorias de un monumento escultórico la misma importancia que a la figura principal, sin caer en rebajamiento de esta.

Aquí, el artista, ba; sido un poeo traicionado por su mismo arte, creando un desnudo, cuya belleza 'reclama eni primer término, de manera imperiosa y exclusiva, la admiración del espectador. Esta escultu- Un detalle del monumento a Zenea. En cierta ocasión, decía Rodin al crítico de arte francés Paul Gssell, que todos los originales de eseultuias maestras tenían la línea viva, y que pasando la mano por su contorno, se experi- mentaba esa sensación temblorosa que nos produce La forma morbiclja; viviente.

Andrés Segura Cabrera. Una tarde. Piedad Zenpi de Bobadilla, en ocasión de pronunciar el ,li-ciiis de que lo había encargado la representación de las l. Raoul Alpizar. Antes del año de esaesta el mí numento se yergue allí des- de donde contémplise el Castillo de la inmolación horrenda. Monumento sobrio, artístico cual no hay otro en la Habana, salido del cincel impecable de un joven escultor español, d' V'alencia, la tiei'ra de mis antepasados Sr.

Ramón Mat;'u recio y fornido eJi su complexión física, como espiritual y deli- cadísimo en sus sentimientos artísticos y morales. La crítica toda, a una, se ha resuelto por la celebración mas justa y razonada. Pocas veces encuentra idea alguna, mas apcyo. Las Sras. Martínez Peñalver : las autoridades, dando, todas, las facilidades mayores al desarrollo de nuestros planes, principalmente el Alcalde Dr. Alfredo Zay is dores del bardo inmortal.

Y, eso porque? Fiesta grandiosa, que parece hasta di. Planas, para aprovecharla pidiendo, — comio él pidió y el Comité y las grandes figuras de la inte- lectualidad la política, allí presenite, lo acordaron. Martínez Peñalver. Santos CMiocano, tan amigo de Cuba y que se temía que fuese fusilado.

Antonio Iraizós pu'ddo libre y gcjieroso, debida principalmente, como en otra ocasión ya expuse íaimbién, a los estudi'anties, por el Dr. Cue- vas Zequeira ; a los masones por los Sres. Iraizoz y Muñoz Chicas en Batey Atilano Numero Uno ñudo ; a los obreros por el Sr.

Martínez Peñal- ver y el apoyo prestado a ellas por el Alcddc Dr. Sí, ello parece así y así puede, en efecto, suceder si esta ini- ciativa mía encuent:! Tranformando la sangre de sus venias en líricos mil agros de claveles!

La golondrina aun la dulzura de sus cantos trina, y aun el mar sus nostalgias interpreta. Eectoir, Sres. Y, sin embargo, necesito serlo, debo. Atronadores aplausos internimpen al orlador. Y después no encuentro otros maestros para él porque, pen- sador autodidacto, el Dr. Sorprendiólo un día, cayendo en sus manos por felicísimo azar, cierto libro en que su autor expone con precisión y clari- dad admirables los prinicipios del positiv.

Porque el Dr. Varona, sin dejar de ser poeta y lite- rato, fué desde aquel día memorable un filósofo cubano, es de- cir, un filósofo que obediente a las fundamentales imposiciones de su raza y de su pueblo emprendió en esta nueva dirección de su mente el camino que ambos señalaban. En el período colonial de América, sólo de Cuba puede afir- marse con certeza!

Atro- nadora ovación. Y vii'toriosa la revolución que esos errores habían hecho inevitable, sería injusto olvidar que, merecedores de respeto y gratitud, viven entre nosotros aquellos patricios que, si buscaron por otras vías soluciórr a los arduos problemas de nuestro des- tino con su palabra fulgurante y avasalladora contribuyeron a Y un día, como consagración de estas verdades, el cuerpo electoral sacó triunfante de las urnas la candidatura vicepresiden- cial del Dr.

Y en verdad, señores, que ante la mucheduanbre de interro- gaciones sin repuesta posible que nos persigue en ineesante rise- dio. Ahuyente ante esas consideraciones el Dr.

Varona; en la Universidad. En torno a tus despojos, a la Patria se enlaza la varona invencible e intmortal Chicas en Batey Atilano Numero Uno la Raza. Son tan escrupulosos a este respecto, como Puigblandh. Her- mosilla. Ahona bien, la pléyade no se compone sinio de siete estrellas, de si-ete!

De aquí proviene su falta, mas risible todavía en la parte culminante de una peroración. Sin duda, él ha creído que pléyade significa simplemente una gran cantidad, manifes- tando así la falta de literatura finía, i primera.

Al proceder en esta forma, la docta corporación no ha hecho nvm que refrendar el uso de excelentes hablistas. I Qué a mí con las pleyadas, ni menos con el tardo Bootes? Pon racimos de las vides colgados. Don Vicente Barrantes, en el prólogo de sus Narraciones Es- tremeñas, habla de la obra emiprendida para afianzatr el cato- licismo "por la insigne pléyade de varones españoles desde el cardenail Cilsnéros hasta Chicas en Batey Atilano Numero Uno Teresa de J-esus i San Ignacio de Loyola".

Allí la brillante plíi]' de atisbaba a las niñas de don Fulano o don Perehieejo. En la luz, en las ondas, en el viento, hallaba inspiración el pensiamiento, gloria el soldado i el pintor colores. Don Andrés Bello usa el sustantivo mencionado ya en plu- ral, ya en singular. Don Juan de la Pezuela. No me parece. Conjunto de siete poetas. Nombre dado por elojio a la reunión de siete afamados poetas griegos de tiempos de Ptolomeo Filadelfo: Licofiron, Teócrito, Arattis, Nicandro, Homero el joven, Apolonio de Rodas i Calimaco.

Hire, en una memoria suya, de- lineó sesenta i cuatro estrellas en las Pléyadas; i sospechaba dice Cassini que su situación es diferente de la que les da Riecioli ". Don Andrés Bello Chicas en Batey Atilano Numero Uno que Chicas en Batey Atilano Numero Uno el telescopio se alcanzan a contar hasta cincuenta o sesenta.

Sea lo que fuere, el hecho es que el estado actual de la cien- cia astionómieai lejitima la mayor compresión que en el dia se atribuye al vocablo sobre que he discurrido. Miguel L. Ya no los veo sino al través del lente de mi deseo! Ma s cuando con el alma triste y llorosa LAS ANTILLAS voy a decir mis penas junto a su fosa, donde sus galas luctn flores tan bellas que parecen hermanas de las estrellas recibo tu el perfume de aquellas flores lili mensaje de"; alm'a de mis mayores.

Sorprendí los misterios de tus boscajes, y audaz como ninguno, de los ramajes hice caer tus frutos apetecidos, y de los zumbadores cogí los nidos; y iil. No hay coloj' mas hermoso que el de tn cielo ni flores que aventajen las de tu suclo. Déjeme felicitarlo a Ud. Tengamos fe en el hermoso porvenir de ''Las Antillas". De Ud. Un día y otro día la hendidura clava constante en el cristal su diente y con marcha invisible aunque segura al vaso da la vuelta lentaimente. Filtrando el agua pura gota a gota el jugo de las flores se ha perdido: nadie en el vaso la hendidura nota.

Soldados de Pershing y soldados de Foch, aca ban de pelear, codo con codo, en las orillas de] Marne como juntos pelearon hace mes de un siglo soldados de Washington y. Al pisar las tropas expedicionarias la gloTiosa tierra de Francia experimentaron la enorme satisfacción de ver cum- plida 'una inmensa deuda de gratitud; toda la inmensa deuda de gratitud de un pueblo poderoso que se resume en estas breves y emocionantes palabras de Pershing ante la tumba de Lafayette: " General: aquí estamos los norteamericanos, para hacer por Francia, lo que hiciste por nosotros".

Debidamente se ha glorificado el nombre de Lafa- yette, de aquel gallardo paladín de la Libertad como un sím- bolo de la contribución francesa el grandioso empeño de la in- dependencia morteamericana. Los Estados Unidos lo han recono- cido así desde hace ya mucho tiempo, y son innumerables las ocasiones en que han honrado su memoria". Bien han estado esos tri- butos de cariño y de admiración a Lafasyette, aunque su contribución material no sobrepujó al efecto moral qiue su viaje produjo en el pueblo americano en los momentos de la lucha despiadada co Ira la Me ópoli y en que las vicmi.

Pero creemos también que la ocasión es muy propicia pa- -a sacar del olvido inexplicable y de la relegación injustificada a otro francés muy ilustre, que también peleó bravamente por la independencia americana: que surcó el océano con mil comipatriotas por sei-vir la eausa de la Libertad y propender a que apareciera una libi'e nación mais en el mundo.

Coronel en se distinguió en los sitios de Maestrich y Mahon y en la batalla de Closter Camp en en donde fué herido y promovido a Mariscal de Campo. En Chicas en Batey Atilano Numero Uno con una expedición de seis mil franceses a los Estados Uni- dos. Fué allí un buen consejero de Washington en cuyos planos bélicos trabajó material e intelectualmente.

A su regreso a Fran- cia el Rey le concedió el coi don azul y el gobierno de Picardía. Aceptó los principios proclamados por la revolución francesa y tuvo a su mando uno de los ejércitos del norte contra la coaligados antirepublioanos. Disgustado con el Ministro de la guerra Dumouriez dimitió el cargo y se retiró a su ciudad na- tal.

A esa feliz coincidencifa debió la vida. Po3o después fué puesto en libertad. En Napoleón Bona- parte le presentó varios generales que habían servido a sus órdenes, diciéndoles : 'Mariscal, aquí tienes tus discípulos". A lo que éste contestó: ''Los discípulos han aventajado al maes- tro". Rochambeau escribió un libro sobre su accidentada vida titulado "Memoíia" y murió en El viejo Mariscal no ha tenido aun la consagración que se merece y la aureola que circunda a Lafayette obscurece y rele- ga a segundo plano, a quien la Justicia y la Historia debe po- nerle a su lado, en primera línea.

Baralt en el año de A este respecto, y por de -contado, dejando vagar el pen- samiento, rio abajo por la peligrosa corriente de la hipótesis, doime a veces a saponer que, si el soneto, como otros muchos del mismo autor, no se publicó en los papelee hasta años des- pués de comcebido, pudiera muy bien haberlo inspirado el Itmo.

Soñé que la fortuna en lo eminente Del mas brillante trono, me ofrecía El imperio del orbe, y que ceñía Con diadema inmortal mi augusta frente: Soñé que hasta el ocaso desde oriente, Mi formidable nombre discurría ; Y que del septentrión al mediodía, Mi poder se adoraba humildemente. De' triuD'f antes despojos revestido. Soñé que de mi carro rubicundo, Tiii aba César con Pompeyo uncido : Despertóme el estruendo furibundo, Solté la risa y dije en mi sentido: Así pasan las glorias de este mundo.

Diego Josef Rodrígz. Jueves trece de 8pbre. Olios a un Niíío que naci 5 a veinte y ocho de Agosto proxmo. Simón Jossef de Zequei- ra y de Da. Sebastiana de Arango, nats. Niño avia yo Bautdo. Niño excercí las Sacras. Se- rems. An- ta.

Concuerda con su origl. Copia de la fe de bautismo de D, Manuel de Ze- queira y Arango. Camajrero de S. Certifico: Que en el Libro 7o. Manuel Justo Rubalcaba, sol- tero, hijo legítimo de Dn. Juan Frauíso. Es copia del origin. Manuel García Chicas en Batey Atilano Numero Uno Bernfíl. Manuel Justo Rubalcaba. Cuando se pregunta como concluyeron aquella dicha, aquella paz. Los sucfsos eiiy. Fuerza nos es fijar la consideración en la poco sim- pa!

Contemplemos Chicas en Batey Atilano Numero Uno este hombre de hierro después de su feroz bazaña. El saugiiinario Comondadoj. Tal vez los rcraor- dimientos punzaban sordamente su conciencia; pero él explicaba de muy distinta manera su extraña inacción a los familiares de su séquito. El comendadoír que desde su llegada a Jaragua, trató con grandes miramientos a la interesante india, redobló sus atenciones hacia ella después que hubo despachado por la ciudad de Santo Domingo a la in- íortunada reinta, su madre, con los breves capítulos de acusa- ción que debían irremisiblemente llevarla a un atroz patíbulo.

Higuemota, o sea Doña Ana de Guevara, como la llama- remos indistintamente en lo sucesivo, disfrutaba no sola- mente de libertad en medio de los conquistadores, sino de uni respeto y una deferencia a su rango de princesa india y de seiiora cristiana que rayaba en el énfasis.

Su morada estaba a corta distancia del lugar que había sido corte de. Vida y viajes de Cristóbal Colón. La pobre criatuía. Los admitía de buen grado, si, porque la Chicas en Batey Atilano Numero Uno secreta del deber materno 'le decía que estaba obligada a vivir, y a consagrarse al bienestar de su Mencía, el fruto querido y el recuerdo vivo de su contrariado amor.

El pariente mas cercano que tenía consigo Doña Ana, era '. El niño Guarocuya fué retirado por unta mano protectora, la mano de an joven castellano, junto con su aterrada pariente Higuemota, de aquel teatro de sangriento horrm ; y después quedó al abrigo de la jo- ven india, participando de las atenciones de que ella era ob- jeto.

Doña Ara, guiando los pasos de su pequeñuela. Aquel recinto estaba vedado a toda planta estraña, de español o de indio por las ordenes de severo gobernador. Este había hecho solamente dos visitas a la joven; la primera el día siguiente al de la matanza, cc-n el fin de consolarla en su aflie i'ió]. Era alto, fornido.

Dos compañeros me aguardan cerca de aquí". Yo solo padezco males del corazón. Tienes razón ; huye a los montes ; pero déjame a mi cum]. Así me lo ha di- cho otro español muy bueno, que también se llama D. Barto- Icnié. Soy cristiana y se que no debo aborrecer ni aun a los que mais mal nos hacen. Huyo de la mnertc, y huyo de la esclavitud, peor que la muerte.

Quédate aquí en paz, pero dame a mi schrimo G-uarocuya, para f ue se crie libre y feliz en las montañas. Para él no hay ex- cusa- posible no es todavía cristiano; es un pobre niño sin pa- rientes ni protectores blancos.

Su rostro estaba inun- 'dado en llanto, y con acento angustiado y vehemente le dijo: 1. Dioses indios. Es el eompañero de jue- gos de mi Mencía, y el ser que mas amo después de mi madre y la hija de mis entrañas. Y tomando a iuorocuya por la mano, lo colocó entre sí y la llorosa Doña Aija y le iuter. El niño mii'ó a GuarO'a y a Doña Ana alternativamente; de.

Así sp dominaba a los indios destinados a la servidumbre doméstica. Esta no contestó. Parecía sumida en una reflexión inteni- sa, y sus miradas seguían tenazmente al pobre indio de la leña, que tan a punto vino a servir de airguinento victorioso a Guaroa. El niño se escapó como una flecha de manos de Guaroa, y co- rriendo hacia Mencía la estreclió entre sus bracitos y cubrió su rostro de besos. Después, enjugando sus ojos llorosos, -volvió con. No sabemos si por distracción o por otra causa, ninguna demostración cariñosa le ocurrió dirijir a la niña Mencía; y guiando de la diestra a su sobrino, se internó en h intrincada selva.

Esta variación de nuestro tipo se verifica en muy corto espacio de tiempo, y así suele suceder que el mismo que la semana anterior nos quería meter los santos por los Chicas en Batey Atilano Numero Uno, se nos entra hoy de rondón hasta el medio de la sala, cargado de pañuelos, servilletas, encajes, cinturones, moños, perendengues, abalorios, gargantillas, agujas, dedales, peines y otra infinidad de baratijas difíciles de enumerar.

También recorre Chicas en Batey Atilano Numero Uno cesar todos los pueblos de la isla, pro- curando siempre hacer su agosto en las diversas épocas del año; pero esta vez ya no anda solo y cargado como las anteriores, Chicas en Batey Atilano Numero Uno acompañado de su inseparable rocín, su alter ego, Chicas en Batey Atilano Numero Uno ad- junto, "il. Sobre todo en los ca- minos fuera de poblado no se comprende la existencia de éste sin aquél. Una vez allí desata todos sus fardos y extiende sus mercancías encima de los muebles de modo que todos los objetos queden a la vista.

Concluida la operación y hecho el ajuste correspondiente, preséntase en escena la grave y -icircunspecta figiir! Hay ocasiones en que el mercachifle vende al ti ido.

Chicas empoderadas


Entonces se convierte en ingléu. Aquella afabilidad, aquella gracia, aquella dulzura, aquella eterna sonrisa estereotipada — por decirlo así — en los labios de nuestro tipo, todo Chicas en Batey Atilano Numero Uno Sus modales son entonces bruscos y groseros, y sus palabras insultantes y provocativas.

El que esto consiga bien merece que se le dé el grado de bachiller en trampas o cualesquiera otro título que acredite su habilidad y talento. De todos modos, aquél que ame el orden y la tranquilidad de su casa y que estime en algo su independencia y su sosiego.

Para con este inglés no le vale al deudor ni siquiera hacer. Conserva el mismo rocín que adquirió al hacerse mercachi- fle aunque notablemente corregido y aumentado. Tiene ya trazas de caballo, desde que su sen. Aun caminan uri'o y otro en fraternal conipañíri, si biejí el joyero va por lo regular atravesado entre dos b. Usa ropa de lana para no gastar en lavandera ; pisa despacio y cou tiento para no romper los botines; fuma en pipa y se traga el humo para que no haya desperdicio.

Respecto del amor, conserva las mismas ideas que ya en otro lugar tengo indicado. Este nada le responde; pero sigue su camino moviendo a uno y otro lado la icabezaj como para dar a entender a su jinete que lo que pretende es casi un imposible, y que tunto valdría pedir paz en la tierra o cotufas en el golfo.

Y sin aguardar contestación, coloca sobre una silla el saco de noche que lleva pendiente en la siniestra mano, y abriendo luego por diez o doce partes diferentes una ingeniosa caja o maletilla, con forro de piel negra, y guarniciones de azófar o latón, va mostrando sus variadas y hermosas colecciones de sor- tijas, pendientes, cadenas, prendedores, medallas, brazaletes, di- jes y otra diversidad de joyas de oro, plata o cosa parecida.

Así el mercader ambulante en esta isla logra reunir en poffi tiempo una considerable fortuna. Nadie lo sabe. De todos modos, no le queda en el país un amigo, un pa- riente, un ser querido que le llore y le consagre un recuerdo de gratitud. La ambición, la gloria, la amistad y los placeres, todo se encierra para él en el estrecho recinto de su bolsa.

Aparte del dinero, que es su dios, no hay debajo del nudo cosa fiel alguna a la que él rinda parias ni tributo. Ni siquiera paga el tributo nai3Íonal que se le cobra a todo fiel cristiano. Solamente el amor, con sus insignes travesuras, puede ha- cerle pasar algunos malos ratos. Porque, eso sí, le gustan las mujeres bonita-s casi tanto como las monedas de dos reales.

Entonces, si llega a ser correspondido que no es Chicas en Batey Atilano Numero Uno. Si con su dorado arpón. El travieso Cupidillo Le hiere sin compasión. Sin reparo ni temor, explícate. No me asusta la desgracia ni me conmueve el dolor.

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Rasga las sombras obscuras de mi suerte. Lo presiento. Oigo voces interiores que lo repiten a coro; mas no me aflijo ni lloro. No es que lo tema: lo sé. Malas son tus predicciones! Lvis rodríguez cabrero. No parece que la seguridad de las Antillas, ojeadas de cerca por la codicia pujante, dependa tanto de la alianza ostentosa y, en lo material, insuficien- te, que provocase reparos y justificara la agresión, como de la unión sutil y manifiesta en todo, sin el asidero de la pro- vocación confesa, de las islas que han de sostenerse -juntas, o juntas han de desaparecer, en el recuento de los pueblos libres.

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Los compromisos de los gobiernos, ligados a veces por la pru- dencia con respetos que lastiman su corazón, son acaso menos efi- caces que la simpatía irresponsable y ambiente del pueblo deci- dido a favorecer en sus alrededores el triunfo de la libertad.

Lo que la cancillería, ahita de tratados de paz y respeto, no puede a veces intentar, lógralo sin que se le pueda poner la mano en- cima, la ayuda secreta del alma del país, que alienta el brazo al- zado contra los tiranos. Y sin arte de mensajeros, ui previos con vites, ni ajustes de secretarías euando' los puertorriqueños de Xew Vork acuerdan perpetuar en un monumento la memoria del criollo iireductible que propagó a la vez el culto del trabajo y el cuito del dere- cho; que arrancó al amo el esclavo lecién nacido y lo puso, jjor la enmienda a la ley Moret.

Apeóse al saberlo el bueno de don Juan Manuel con la mon- serga de que a él no le hacían mella las indirect ís, y que a don Fernando puro y neto y a sus órdenes se atenía, sin que liubie- ra quien le sacara de sus casillas, aunque en ello se empeñaran los mismísimC'S frailes de la Merced, que dicho sea entre pa- réntesis, y por lo que a sus hermanos de hogaño pueda valerles, fueron los primeros en jurar el sagrado código.

P- para llamarse escuetamente Ofi- cina del Gobierno Constitucional. Juez Conservador y Directo. Habana, 17 de Abril de Rostro enjuto, nariz proporcionada. Y en amor a su patria insuperable : Este, es, a no dudarlo, fiel diseño Para copiar un buen Puerto-Riqueño. Empiezan los siglos y se acaban y apenas aprenden los hombres algnnia parte de lo mucho que pudieran saber.

Historia de la Lit. Tal es el Quadro literario que presenta la Ciudad de la Havana en ;,i conclusión del siglo diez y ocho y tales son los ci' üiieiiííjs sobre que va a edificar su verdadera grandeza y sus adelantamientos en el diez y nueve que principia. Algunas co- plas insulsas y majaderas con nombre de décimas quartetas o posa semejante que corrían manuseritas era todo lo que se lia.

LAS ANTILLAS maba poesía y la admiración de casi todos los habitantes que se quedaban lelos cuando las oían y llenaban de bendiciones no sólo a los autores, sino también a las Madres que parían unos pozos tan grandes de ciencia.

Tal fué la existencia de la Isla de Chicas en Batey Atilano Numero Uno y la de esta Ciudad hasta mucho después del año Ya veo una Isla. Las artes ya se van estimando y no faltan edificios de me- diana arquitectura, estatuas regularmente hechas ,como las de las fuentes en el paseo de la Alameda, pinturas baistante bue- nas y bien expresadas, y maestros inteligentes en estos ramos. Hay una Sociedad Patriótica y un Real Tribunal del Consu- lado que ocupados incesantemente en fomentar la agricultura, el Comercio, las Ciencias y las Artes han dedicado y dedican quantiosos premios para su adelanto.

Hemos teni- do también un teatro muy regular y bien servido y el que hay en el día puede adquirir dentro de poco tiempo una gran me- jora. En lo que no estoy de acuerdo con el ingenioso escritor es en su afirmación de que las coplas jíbaras ''como combinación musical, como labor ar- tística, no representan ni valen nada".

Es ese un género literal io que se cultiva en todos los paí- ses de América latina y constituye lo que se llama el Folk-lore. Nosotros le hemos dado tan poca importancia, que no tenemos siquiera una pequeña Antología de ese género como la tiene Cuba, Venezuela, Argentina, Chile y otros países de América. Y la copla criolla refleja también esos caracteres. Casi Las ANTILLAS todas tienen por tema el amor a la hembra y el amor al terru- ño pues el jíbaro ama su campo y rara vez lo abandona por la existencia de las ciudades.

Yo no sé si la copla criolla es autóctona o importada, aun- que me inclino a creer que la trajeron a América los andalu- ces, pues el lenguaje jibaro tiene muc;ho del andaluz popular y como éste es pintoresco.

Palabras que nosotros llamamos jibaras, como haigas truje naide, vlde, cogía, juyiste, aflegia,- rompió etc. Así la copla criolla, unas veces Chicas en Batey Atilano Numero Uno a la hembra, otras al caballo, al gallo, a la vaca y a los productos de la naturale- za, í ;' aquí qv c perdiendo su sabor andaluz haya adquirido el Criollo. A veces canta en cuar- tetas o en rotnances ; aunque su copla predilecta es la décima con la que celebran torneos los llamados trovadores que a ve- ces improvisan con ingenio.

En cuanto ai valor literario de esas coplas, hechas, muchas de ellas por verdadeaos poetas, es innegable, como lo es en la poesía popular de todos los países.

Las hay de tendencias filo- sóficaSj morales, amorosas, patrióticas, excépticas y burlonas. Cantar bien o cantar mal : puede ser indiferente, pero estando entre la gente cantar bien o no cantar. Ninguno cante victoria, aunque en el estribo esté; que muchos desde el estribo se suelen quedar a pié.

Si yo fuera gato negro por tu ventana me entrara, a tí te haría ñau, ñau, y a tu madre la arañara. Hombre pobre enamorao es gallo tuerto sin cola, que le dan un aletazo y queda ciego de bola. Estas muchachas de ahora yo te diré como son, alegres para el fandango y tristes para el fogón. Las mujeres son el diablo parientes de Lucifer, se visten por la cabeza, se desnudan por los pies. Si por pobre me desprecias digo que tienes razón, que hombre pobre y leña verde no calientan el fogón.

El hombre que se casare con una mujer bonita, hasta que no llega a vieja el miedo no se le quita. Ayer pasé por tu casa me tirastes un limón, el sumo me dio en los ojos, el golpe en el corazón.

Cuando las mujeres quieren naide las puede atajar, porque esas no son ;Caballos I que resisten el bozal. Diga ahora el amigo Canales si en esas '' coplas jíbaras" no hay literatura, ironía y punzante humorismo. Muchas de esas coplas las he visto en el Folk-lore venezolano como propias del llanero, lo cual indica que las familias venezolanas que emigraron a este LAS ANTILLAS país a principios del siglo pasado, las trajeron y se generali- zaron en nuestros campos.

Dejad que, renegando del tesoro Del pensamiento que en la sien golpea, Eleve altares al placer y al oro Y sólo en ellos deslumbrada crea!

No para ella concedió a las flores Delicados secretos de ternura; Alas dio a la esperanza y los amores, Dulces misterios a la noche oscura! Lejos de aquí, do vive el sentimiento ; í o la amistad, la gracia y la hermosura Al corazón unidas y al talento, ruardan la luz del entusiasmo pura! Lejos de este recinto, en que se anida, Cual en bosque de rosas tropicales, Un ave de los cielos descendida De dulce voz y cantos inmortales! Do huyendo de profanos el insulto Tjas fugitivas musas se guarecen ; Y restaurado el olvidado culto.

De nuevo, puro, al corazón lo ofrecen. El corazón sensible un pecho tierno! Yo, que al través del mar voy a la suerte, Cual hoja por el viento desprendida, Sin que el futuro a descubrir acierte. El caballo tenía que ser vigoroso y resistente para em- prender con él cualquier viaje de pueblo a pueblo. Con todos esos inconvenientes los buhoneras italianos se in- ternaban por la Isla a surtir a los ricos estancieros de una prcir dería no siempre de buen gusto, en relojes, sortijas, brazaletes y cadenas de oro ; y hacían pingües ganancias.

A la caída de una tarde del mes de Septiembre de el prendero Ramini se dirigía de Manatí a Arecibo, y el mal tiempo le sorprendió en uno de los puertos del camino del barrio de 8a baña Hoyos. No tengo caballo para acompañar a Vd. A pié es imposible, poique con lo que ha llovido las cuestas deben estar intransitables.

Hay muchas gradillas y no quiero romperme una pierna. II — Va le dije a Vd. Me gusta mucho el café prieto, aunque sea endul- zado con melaza. Solamente maduros puedo pasarlos. También traigo tabacos.

El buhonero contó su historia. Hacía cinco años que se había dedicado a aquel negocio y se acercaba la hora de retirarse a Heggio. Tenía una novia y quería casarse pronto para formar su modesto hogar. El campesino no era del país. Era griego. Marinero de un barco de travesía que hacía el comercio entre Barcelona y las An- tillas.

Un día desembarcó con parte de la tripulación en la Ca- pital ; y en una tienducha de la Marina tomó ron de caña y se le fué a la cabeza Hubo riña y él mató a uno. A él lo hirieron. El barco se hi- zo a la vela y el grigo quedó en tierra detenido. Fué condenado a presidio por algunos años. Cumplió: y se echó al campo a ganarse la vida.

Por fin, fijó su residencia en aquel sitio, alejado de la sociedad, con una compañera, eon quien compartía su triste existencia : y no había podido hacer fortuna.

La conversación se enfrió; el buhonero guardó silencio; y el griego dijo, apesarado y mordido de envidia por el relato de su interlocutor : — Tengo que madrugar. Tantos recuerdos me lian entriste- cido y lo mejor es dormir para disipar las penas!. Si algo necesita usted llame a esta puerta. En vano pretendió conciliar el sueño. Vien- do que le era imposible dormir acordóse que él llevaba siempre en el bolsillo una velilla de cera retorcida.

Hizo luz. Prr una de las rendijas del aposentucho lo atistaban el grie- go y su mujer, que tampoco podían conciliar el sueño. La ca- bana se sacudía al rodar sobre ella uno de esos truenos que con- mueven la atmósfera. El caballo Chicas en Batey Atilano Numero Uno. Voy ; contestó el griego con voz fuerte. Y apareció en la sala, después de pasado un rato, dando lu- gar al huésped a que creyera que se había detenido en levantaTse y vestirse.

Al mismo tiempo se oyó un grito agudo. Al cabrilleo de la chispa eléctrica y al estampido del trueno el icaballo relinchaba con insistencia. IV Cuatro años después de este suceso D. Vega Baja marcha- ba hacia Arecibo, en compañía de D. Miguel Rodríguez de Ma- thos, teniente a Guerra de Manatí. La noche les cogió en el camino y a fin de evitar un aguacero que les caía de soslayo, se replegaron junto a una casa, antes de emprender la penosa bajada de la Cuesta del Griego. Esta, en lugar de disminuir, arre- ció por momentos y empezó a relampaguear y a tronar arecio.

El te agarró por el cuello y si yo no te lo quito de encima acaba contigo. Le atravesé el pecho con el cuchillo dos veces, sentí su sangre caliente mojarme la mano y sius dedos de hierro me constreñían la garganta horriblemente. Siempre tengo miedo de pasar por allí. Cesó de. Cuando un abrazo sana: Psicólogas del MMujer intervienen en Villas Agrícolas.

Vicepresidenta impulsa integración de mil familias en actividades agrícolas. He leído y acepto la Política de Privacidad y el Aviso Legal. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema. Venezolanos se manifiestan en Santo Domingo en contra del Gobierno de Maduro.

Reanudan audiencia contra Chicas en Batey Atilano Numero Uno dominicanos imputados por sobornos de Odebrecht. Juntos Podemos inicia ruta para alianzas en BCRD recibe especialistas en ciberseguridad. Maduro llama a marchar en paz y advierte que EE. UU "quiere caos" en Venezuela. Marcha Verde pide sacar a supuestos corruptos de la Suprema Corte de Justicia.


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